En este apartado se identificará la participación del Cuerpo Diplomático Extranjero y las Estaciones Navales de dichos países en su papel de intermediarios entre los bandos beligerantes, durante los intersticios de las batallas de San Juan y Miraflores en el contexto de la Guerra del Pacífico.

Por otro lado se precisan los orígenes de la supuesta "amenaza" del almirante francés Abel Bergasse du Petit Thouars  hacia el general Baquedano de destruirle la flota o cortarle la retirada al Ejército chileno, si estos atentaban contra la ciudad de Lima. Haciendo un rastreo historiográfico-documental podremos ver si este supuesto tiene algún rezago de veracidad, priorizando los textos de contemporáneos a los hechos como Caivano, Markham y Felipe Paz Soldán.

Finalmente es importante hacer la mención que la presente nota fue escrita para el contexto del segundo programa de "Tertulia con la Historia" en el cual se conversó acerca de este tema tan controversial en compañía del destacado Investigador Histórico Militar Patricio Greve Moller y producción de la historiadora Rosa María Vargas, miembros en conjunto de este proyecto cultural.

Antecedentes

Para lograr la conquista de la "Ciudad de los Reyes", el Ejército chileno debía superar primero dos líneas de defensa paralelas y debidamente fortificadas, de sur a norte, en San Juan y Miraflores las cuales estaban separadas por aproximadamente ocho kilómetros.  

A su vez, Chorrillos, motejado por los soldados chilenos como el “Versalles peruano”, era el balneario costero de la oligarquía limeña, encontrándose entre ambas líneas de defensa y contigua a las fortalezas defensivas de la cima del Morro Solar, además del punto denominado “Salto del Fraile”. Por ello, cuando las tropas peruanas son expulsadas de sus trincheras se repliegan sobre este balneario y el morro antes citado, el cual será el último foco de resistencia peruana durante la batalla de San Juan del 13 de enero de 1881.

Paralelamente, las fuerzas chilenas dueñas de las alturas descienden a paso de carga sobre el balneario en donde se desata una lucha encarnizada en sus estrechas calles. Siendo el combate en sus inmediaciones bien sostenido por ambas partes, donde “las ventanas, las terrazas, las azoteas repletas de tiradores hacen de cada casa una ciudadela que es preciso tomar por asalto, y sus defensores, una vez agotadas las municiones, luchan todavía a la bayoneta”.       (de Varigny, 1922: p. 123)

Es tal el encarnizamiento de la lucha que de ningún bando se hizo prisioneros inicialmente, siendo las 5:00 pm cuando el tiroteo había cedido por completo, tanto los cerros como la población se “veían tapizados por un sinnumero de cadáveres del enemigo que, vestido todo de blanco, semejaba la mar gruesa en el océano”. (Ibarra, 2015: p. 184)

FOTOGRAFÍA COLORIZADA DE LA Hacienda de san juan,
lugar de batalla el DÍA 13 DE ENERO DE 1881
véase el lado derecho de la fotografía los puntos blancos que son cadáveres de soldados peruanos caídos.
fUENTE: Colección personal

Si bien pasada esa hora, el combate en las calles de Chorrillos había terminado y el fuego seguía tan nutrido como antes, era que soldados chilenos dispersos y los que a propósito se quedaron atrás de las compañías, embriagados de triunfo y de licor “haciánse fuego entre sí mismos, o disparaban, por el gusto de hacerlo, sobre el primero que pasaba al alcance de sus vista”. (Sanz, 2014: p. 84) 

Con todo esto la algazara se formó entre los soldados y fue cundiendo a medida que el trago iba pasando de mano en mano, en el pueblo los soldados mataban, violaban y saqueaban, mientras "gruesas y gigantescas columnas de humo se elevaban hasta las nubes, produciendo horrorosos incendios, en medio de la alegría general de los soldados de todos los cuerpos, ebrios de vino, de sangre y de victoria”. (Rosales, 1984: p. 212)

MEDIACIÓN EXTRANJERA PARA EL CESE AL FUEGO ENTRE LOS BELIGERANTES

Incendio del balneario de chorrillos por algunas tropas dispersas chilenas la noche del 13 de enero de 1881
pintura de etna velarde


Paralelamente a los hechos de armas que se estaban desarrollando en San Juan y luego de declarada la derrota peruana, miles de ciudadanos nacionales y extranjeros buscaron refugio en legaciones, consulados y en el puerto de Ancón, donde se encontraban buques de guerra extranjeros. Al caer la noche y con la noticia del incendio del balneario de Chorrillos y Barranco; la congoja limeña aumentó al conocerse noticias como que los pabellones de las naciones neutrales en el balneario no habían sido respetados en medio del saqueo y vejámenes perpetrados por las tropas chilenas.


Es así que el Cuerpo Diplomático Extranjero y la Marina de Guerra de dichas potencias deciden asumir el papel de intermediarios con los vencedores para detener un nuevo rompimiento de las hostilidades que hubiese puesto en peligro a la ciudad de Lima. Cabe resaltar que era la suerte de sus connacionales y sus bienes lo que preocupaba principalmente a las potencias extranjeras, motivo por el cual autorizaron el embarque de estos en los buques presentes en Ancón y de algunas familias peruanas de notable reputación. 

Inmediatamente después de los hechos de San Juan y Chorrillos, la mañana del día 14 de enero, el ministro de Guerra chileno José Francisco Vergara envío como mediador al prisionero peruano: coronel Iglesias ante Piérola y posteriormente al chileno Isidoro Errázuri para dialogar un posible arreglo de paz,siendo finalmente rechazados por no ser enviados oficiales del mando militar chileno. (Ekdahl, 1919) Llegando las deliberaciones hasta las siete de la noche y con los buenos oficios de las naciones extranjeras de Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y El Salvador. Es así que estas naciones se convierten en garantes de un pacto verbal de cese al fuego (armisticio) hasta la medianoche del día 15 de enero.

Finalmente y contra todo pronóstico mientras el cuerpo diplomático y naval extranjero conferenciaba con Piérola en la mañana del 15 de enero, se rompen los fuegos y se da inicio a la batalla. Aparentemente los fuegos fueron iniciados por la línea peruana de Miraflores dada la cercanía a la línea chilena y los movimientos de Baquedano con su Estado Mayor.

DETALLE DEL CUADRO DE ETNA VELARDE SOBRE LA BATALLA DE MIRAFLORES
Fuente: batallas en perú

Paralelamente a los hechos, convencidos de que la ciudad de Lima podía convertirse en un escenario de cruenta batalla y llevados por la idea que el Ejército chileno no dejaba prisioneros ni respetaba la vida de los civiles, más de 3000 familias compuesta en su mayoría por mujeres y niños, huyeron hacia el puerto de Ancón en busca refugio y protección. Como lo señala el inglés Robert Ramsay Sturrock, testigo presencial de los hechos:

La estampida hacia la estación del ferrocarril fue tremenda y la situación y el espectáculo, desagradables, pues todas las mujeres lloraban y aullaban de una manera espantosa, mientras a la bulla general se mezclaba el rugido del cañón que cada minuto se iba poniendo más fuerte y cerrado. El tren partió después de un retardo considerable, llegando a Ancón cuando se estaba oscureciendo. Todos esperaban poder embarcarse en algún buque pero, la mayor parte de ellos ya habían llenado sus espacios. (Ibarra, 2007: pp. 177-178)

Roto así el armisticio, los representantes extranjeros tuvieron que huir rápidamente del campo de batalla y estar atentos al desarrollo de los hechos de armas y así poder decidir que posición plantear ante los contendores para evitar más derramamiento de sangre.

DETALLE DEL CUADRO DE ETNA VELARDE SOBRE LA BATALLA DE MIRAFLORES
fuente: batallas en perú

Es así que consolidada la derrota peruana, nuevamente el Cuerpo Diplomático y Naval extranjero decide mediar ante el ejército vencedor chileno, enviando a algunos oficiales adjuntos en la medianoche para asegurarle a Baquedano que al día siguiente llevarían al alcalde de Lima para tratar la rendición incondicional de la ciudad.

Regresando estos a las 6:00 am con una carta del general Baquedano en que aquel decía “que después de la traición de los peruanos consideraba justificado bombardear la ciudad ese día, a menos que se rindieran incondicionalmente”.    (Wu Brading, 1986: p. 145)

Finalmente el Cuerpo Diplomático extranjero logra conversar con el alcalde de Lima, Rufino Torrico, siendo este la única presencia estatal en la ciudad para poder tratar la entrega incondicional de Lima, luego de la partida de Piérola a la Sierra peruana. Y con el fin de dar tiempo al alcalde para desarmar a los restos del ejército peruano disperso en Lima y preparar la entrega del arsenal así como los fuertes de San Bartolomé y San Cristobal; fue decidido que las primeras tropas chilenas ocuparían la ciudad en la tarde del 17 de enero. Todo esto consta en un documento firmado por las partes contendientes, con el aval Cuerpo Diplomático y Naval extranjero.

EL ORIGEN DEL MITO DE LA AMENAZA DE PETIT THOUARS A LAS FUERZAS CHILENAS


Tenemos que considerar que las acciones diplomáticas y militares extranjeras desarrolladas en previsión de la caída de Lima, “han dado base a la historiografía y el folclor peruano para elucubrar sobre una supuesta intervención del almirante francés Abel Bergasse du Petit Thouars para impedir los desmanes chilenos”. (Villalobos, 2004: p. 190)

FOTOGRAFÍA DEL ALMIRANTE FRANCÉS ABEL BERGASSE DU PETIT THOUARS
FUENTE: WIKIPEDIA.ORG

 Y que este contando con el respaldo de los demás navíos extranjeros habría exigido a Baquedano que las tropas chilenas al ingresar a Lima, no cometan tropelerías de ninguna índole; caso contrario sus naves procederían a hundir la flota chilena surta en el Callao.

Sin embargo, escritores de la época como Clements Robert Markham (1882), Tomás Caivano (1883) y Mariano Felipe Paz Soldán (1884), sostuvieron dicha versión sin coincidir totalmente en sus informaciones. Se puede considerar que dicho supuesto en que se afirma y privilegia a Petit Thouars como el “salvador de Lima”, fue deformándose con el tiempo y tomado como real sin tener un sustento histórico-documental.

Haciendo una revisión historiográfica, veremos que el primer escritor de la época en señalar dicha versión es el italiano Tomás Caivano en su libro sobre la historia del conflicto publicado en el año 1883. El cual señala que posterior a la batalla de Miraflores, habiendo el temor que la ciudad de Lima sea destruida como Chorrillos y Barranco, los diplomáticos y comandantes de las escuadras extranjeras conferenciaron con el mando chileno. Y que les fue respondido que “aunque se haría todo género de esfuerzos para frenar el ejército, era casi imposible prever e impedir los pequeños desórdenes de las bandas de soldados dispersos, que nunca faltan” y que a su vez aquel comandante y jefe de las escuadras extranjeras, respondió que:

en el caso en que los soldados chilenos comenzaran a renovar en Lima los excesos de Chorrillos y del Barranco, la escuadra extranjera rompería inmediatamente el fuego contra la de Chile; y que solamente después de esta formal y franca amenaza, se obtuviera la completa seguridad de que el ejército chileno entraría en Lima en buen orden, sin cometer el más ligero exceso. (Caivano,1979: p. 287)

Como se podrá observar, primero Caivano no señala quien es el jefe de las escuadras extranjeras que pronuncia la supuesta amenaza, segundo, el autor desvirtúa totalmente su versión cuando afirma que “como es natural, sin garantizar semejante noticia, nosotros la referimos como es, como una simple voz corrida en el público, del cual la recogimos sin titubear, por los muchos visos de verdad que nos pareció descubrir en ella” . (1979: p. 287)

Por otro lado, Clements Robert Markham, quien publica su obra sobre la guerra un año antes que Caivano, siendo un personaje relacionado a la clase dirigente inglesa en el Perú, refiere lo siguiente sobre la mediación extranjera:

Lima, la ciudad reina, habría sufrido igual destino [que Chorrillos y Barranco] sí los chilenos hubieran entrado inmediatamente en su recinto. Debe su salvación a las enérgicas gestiones hechas por el Ministro Británico Sir Spencer St. John, respaldado por las fuerzas navales y la serena resolución de los Almirantes inglés y francés. (Markham, 2107: p. 208)

Como se podrá ver, Markham no señala una amenaza directa al mando chileno pero incide en la “enérgicas gestiones” hechas por los extranjeros y por la cual, Lima debía su salvación a ellos. Señala adicionalmente que estas gestiones estuvieron respaldadas por las fuerzas navales y la resolución de los almirantes inglés y francés.

Finalmente, Mariano Felipe Paz Soldán, quien publica su obra en el año 1884, sobre el tema de la mediación y la supuesta amenaza, sólo cita textualmente todo lo enunciado por el italiano Caivano en 1882, absteniéndose de agregar más datos. Podremos ver además que Paz Soldán al citar textualmente a Caivano, omite la aseveración de este en el cual afirma que no garantiza dicha noticia y que es una simple voz que corre en el público donde cree encontrar visos de verdad.

Adicionalmente, casi a inicios del siglo XX, se aumentó a la versión de la amenaza y el papel protagónico del francés Petit Thouars, un supuesto presentimiento providencial para que este regrese a la ciudad de Lima y en el cual aparecía Santa Rosa de Lima. Además de la relación entre la madre superiora francesa de la Congregación de los Sagrados Corazones, Hermasie Paget, y el almirante francés para salvar a la ciudad de Lima. Como difusores de esta nueva versión de los hechos aparece el Padre de la Cruz e Ismael Portal en el debate público llevado en las ediciones de “El Comercio” de 1931.

LA VERDAD DE LOS HECHOS A TRAVÉS DEL TESTIMONIO DE SUS MISMOS ACTORES


Como vemos en párrafos anteriores, hemos tratado de rastrear el origen del mito y las versiones inciertas que hay sobre este sin un respaldo documental. Veamos ahora el meollo del asunto a través de los mismos actores y que dejará esclarecida lo que en realidad pasó, contrastable con lo que se dijo de la mediación.

FOTOGRAFÍA DE SPENSER SAINT JOHN, MINISTRO DE GRAN BRETAÑA EN EL PERÚ
COLECCIÓN DE ERNESTO LINARES MASCARO

Es el mismo Spenser St. John, ministro de Gran Bretaña en el Perú en el momento de los hechos acaecidos en Lima, quien en una carta de carácter confidencial al Conde de Granville, Secretario de Negocios y Asuntos Extranjeros, le narra los periplos de la mediación extranjera compartida con Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos y El Salvador.

Saint John, señala que a partir de los hechos perpetrados por algunas tropas dispersas en Chorrillos, tuvo lugar una reunión en la Legación británica el 15 de enero a las 5:00 am, en la cual asistieron el Cuerpo Diplomático y Naval extranjero. Afirmando que el contralmirante Stirling “nos informó que había decidido declarar a los generales chilenos que si al entrar a Lima ellos atacaban las legaciones o a los neutrales en general, él habría de capturar o hundirles la flota”. Y que tras esta declaración, “El contralmirante Du Petit Thouars dijo inmediatamente que él actuaría con el contralmirante Stirling, a lo que se adhirió con una declaración similar el comodoro Labrano de la marina italiana”. Finalmente Saint John, señala que ante esto, él dijo que “asumiría la responsabilidad de tal decisión hasta donde me fuera posible, solicitando oficialmente la intervención del almirante. Los ministros francés e italiano manifestaron su acuerdo y seguidamente lo hicieron los ministros norteamericano y alemán”(Wu Brading, 1986: p. 142)

Esto señalado lo confirma el mismo francés Petit Thouars en su diario, cuando afirma que:

En circunstancias tan críticas, el almirante Stirling, el comodoro italiano y yo no vimos otra cosa que hacer sino obtener de todos modos la circulación de trenes en todas las direcciones para que se evacuara a las mujeres y a los niños fuera de Lima y ganar tiempo para hacer esta operación: y resolvimos, si los chilenos nos hubieran presionado en extremo hacerles ver y sentir que les cortaríamos, si fuera necesario, la retirada de su ejército destruyendo su marina. Pero esa arma era muy peligrosa de manejar, porque la seguridad de todos los extranjeros repartidos entre el Perú y el Cabo de Hornos dependía directamente de un acto de ese género. (de Reyna, 1980: p. 37)

Como podemos ver el mismo Petit Thouars confirma la versión del ministro británico Saint John, pero afirma lo peligroso que era de lanzar dicha advertencia u amenaza, debido a que en pocas palabras era inmiscuirse en un conflicto en el que sólo era potencias extranjeras neutrales y que una mala decisión por parte de ellos podía poner en peligro a los residentes británicos en el Perú y Chile.

Hasta aquí, aparentemente podríamos dar validada la información de la amenaza, pero se tiene que tomar en consideración que dicha decisión se había dado en la Legación británica y sin presencia de mando militar chileno alguno. Es recién a las 7:00 am del mismo 15 de enero, cuando son recibidos los ministros extranjeros Vorges, Tezanos Pinto y Saint John por el general Baquedano, el ministro de Guerra, José Francisco Vergara y el señor Altamirano.

Entonces el ministro británico Saint John narra en la carta antes citada los detalles de la conferencia ante el general Baquedano. Asumiendo la mayor parte de la responsabilidad de la mediación, afirmó que tenía instrucciones del gobierno de “su majestad de tomar cualquier medida que se considere necesaria para la protección de sus súbditos, y que tenía intención de actuar de acuerdo a ello”. Incidiendo además que “cuando me refería a los británicos hablaba también a nombre de mis colegas, por todos los neutrales que residían en Lima; estabamos actuando como un cuerpo unitario”. Cerrando su participación tenemos esta información aclaratoria de su proceder, “El señor Vorges y yo nos turnamos en repetir estos argumentos en diversas formas por casi dos horas, ya que ambos habíamos decidido agotar todos los medios antes de recurrir a una franca amenaza”. (Wu Brading, 1986: p. 143)

fotografía del general chileno manuel baquedano gonzález
fuente: wikipedia.org

Podemos ver a través de la carta de Spenser Saint John que la resolución de cortar la retirada o destruir la flota chilena en caso extremo de afectación a las vidas de los ciudadanos extranjeros existió. Sin embargo fue una declaración que se hizo en la Legación británica sin presencia militar chilena alguna y que cuando se presentan horas más tarde al general chileno protestan enérgicamente sin llegar a dicha amenaza y usando los recursos que la diplomacia les podía otorgar. 

Es interesante apuntar además que cuando Vorges, Tezanos y Saint John conferencian con Baquedano lo hacen sin la presencia naval extranjera de Petit Thouars y Stirling. Teniendo en consideración que la decisión de agotar todos los medios antes de recurrir a una franca amenaza fue acertada y además innecesaria, ya que el mismo Saint John afirma que el general Baquedano ingresando solo a la tienda de campaña les:

dio su palabra de honor que si se hiciera necesario atacar y tomar Miraflores no perseguiría al enemigo derrotado, sino que colocaría a su caballería en posiciones que le permitieran impedir a sus soldados entrar a Lima hasta que la ciudad tuviera oportunidad de rendirse. En este caso, la ocuparía con un corps d´élite de las tres armas. (Wu Brading, 1986: pp. 143-144)

Finalmente el historiador peruano Jorge Basadre quien citando un documento de Petit Thouars, refuerza nuestra posición anterior al afirmar que:

Según las propias palabras de Petit Thouars: “El almirante Stirling y yo esperábamos producir cierta presión sin formular amenazas y creo que hemos estado bien inspirados”. El testimonio de Petit Thouars desmiente así tanto la versión chilena de que no hizo gestión alguna, como la versión peruana de que amenazó con sus cañones de las escuadras extranjeras si Lima era destruida. (Basadre, 2015: p. 166)

Plegándonos además a la postura de la historiadora peruana Margarita Guerra, quien afirma que “bajo esa cierta presión estaba implícita la amenaza, pues el respaldo para la presión evidentemente eran los cañones de las respectivas escuadras.”  (Guerra, 1991: p. 46) 

Finalmente, tenemos que considerar a los nueve buques de guerra extranjeros surtos en el Callao fuera de los otros seis menores presentes en la bahía de Ancón, teniendo en sus cubiertas a sus connacionales en calidad de "refugiados" y que teniendo en cuenta un posible rompimiento de hostilidades, hubiesen podido ser desembarcados para  entrar en acción. A su vez, consideramos un ejercicio totalmente anacrónico el comparar el potencial bélico de la flota extranjera y chilena en un eventual combate para ver quien hubiese salido victorioso; porqué estaríamos entrando en un ejercicio contrafáctico acerca de lo que “pudo suceder”, alejándonos de la rigurosidad histórica. 

CONCLUSIONES

- Es concluyente que el ministro inglés Spenser Saint John es quien asume el liderazgo en la gestión diplomática extranjera de Lima frente a Baquedano. Esto se ve reflejado en la misma carta del ministro inglés, quien señala que se le cedió la mayor parte de la disertación frente al mando chileno y en la carta de Edmundo Carlos Eugenio Domet de Vorges, ministro francés quien señala una misiva a su superior en París: 

No está en mi sentimiento que el gobierno de la república [francesa] deba tomar la iniciativa de una mediación frente aquella que Gran Bretaña siempre está lista a ofrecer. Al contrario, me parece necesario entenderse con Gran Bretaña, cuya intervención siempre tendrá más peso que la nuestra sobre las resoluciones de Chile. (Wu Brading, 2016: p. 41)


- Por otro lado, es claro que nunca se le planteó directamente la amenaza de hundir la flota chilena a Baquedano si es que sus tropas ingresaban y destruían la ciudad de Lima; esto a causa que tamaña afirmación hubiera tenido un efecto perjudicial para todos los extranjeros residentes en Perú y Chile al involucrarse en un conflicto ajeno. Además que la presión diplomática y naval extranjera en las negociaciones era una amenaza implícita y por lo tanto innecesaria para el devenir de los sucesos.

- Es importante resaltar el esfuerzo conjunto realizado por los representantes diplomáticos y navales extranjeros como intermediarios entre los bandos beligerantes para proteger la vida de sus connacionales y sus propiedades; así también de manera indirecta a los ciudadanos nacionales en Lima.

Finalmente, es concluyente que el almirante Abel Bergasse du Petit Thouars, al igual que los demás jefes navales y diplomáticos extranjeros prestaron valiosos esfuerzo en estas tratativas de paz. Resaltando además que la justicia y el reconocimiento debe ser no sólo a Francia, sino también a Inglaterra, Italia, Alemania, El Salvador y los Estados Unidos de Norteamérica.


FUENTES Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:


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-CAIVANO, Tomás. (1979). Historia de la Guerra de América entre Chile Perú y Bolivia, Lima, Perú: Editorial Espartaco.

-Carta del señor Spenser St. John, ministro de Gran Bretaña fechada en Lima, 22 de enero de 1881. Cit. en: WU BRADING, Celia. Testimonios británicos de la ocupación chilena de Lima, Lima, Editorial Milla Batres, 1986, pp. 140-148. 

-GUERRA, Margarita. (1991). La ocupación de Lima 1881-1883, El gobierno de García Calderón, Lima, Perú: Pontificia Universidad Católica del Perú. 

-IBARRA, Patricio. (2007). “Un testimonio sobre la entrada del Ejército chileno a Lima (Enero, 1881)”, Cuadernos de Historia, N° 26, pp. 171-186.

-IBARRA, Patricio. (2015). “En Pacocha y en Lima: dos epístolas de Alberto del Solar durante la Guerra del Pacífico”, Revista de Historia y Geografía, N° 33, pp. 175-188.

-MARKHAM, Clements. (2017). La Guerra entre el Perú y Chile, Lima, Perú: Rómulo Primitivo Dueñas Cabezas.

-ROSALES, Justo. (1984). Mi campaña al Perú 1879-1881, Concepción, Chile: Universidad de Concepción.

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-VARIGNY, Charles de. (1922). La Guerra del Pacífico, Santiago, Chile: Imprenta Cervantes.

-VILLALOBOS, Sergio. (2004). Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa 1535-1883, Santiago, Chile: Editorial Universitaria.

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-WU BRADING, Celia. (2016). Diplomacia y cañones en la Guerra del Pacífico. Testimonios británicos de la ocupación de Lima, enero de 1881. Lima, Perú: Biblioteca Nacional del Perú.